Liberis formaba parte de una secta religiosa secreta cuando cometió sus crímenes
La historia de Esteis “La Canibal” Liberis es una de las más conmocionantes de las que respecta a asesinos seriales de Haití, ya que en dicho país mató y se comió a cinco niños en el marco de diferentes rituales.
Fue a la edad de 24 años que Liberis cometió cada uno de estos homicidios, exactamente en 1910, cuando formaba parte de una secta religiosa secreta que adoraba a una deidad llamada “Vandu, el Dios Serpiente”. Si bien no hay demasiada documentación sobre su accionar, esta mujer, en complicidad con un hombre -tío de la víctima- y el resto de los miembros del culto, estrangularon a una niña, luego la decapitaron, bebieron su sangre y finalmente encurtieron el cuerpo para su consumo.
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El inspector de Cambronal fue el hombre que investigó y siguió los pasos de cerca de esta criminal. “En su casa encontré un barril que contenía carne humana encurtida, los restos de un niño de unos 12 años. Lamentablemente, es bien sabido que la fe vudú todavía tiene muchos adeptos. De nombre, estos nativos son cristianos, pero en secreto siguen siendo devotos de su dios serpiente y celebran reuniones privadas en las que lo adoran”, relató en aquel entonces el oficial de Policía.
Asimismo, añadió: “Los sacerdotes del culto son todopoderosos y los sacrificios suelen ser animales, pero ocasionalmente, como en el presente caso, se inmolan niños pequeños. El dios mismo toma la forma de una serpiente y su portavoz es un sacerdote, asistido por una sacerdotisa”.
Liberis estaba allí como Suma Sacerdotisa y fue asistida por un hombre llamado Couzo Pelle, cuya sobrina fue sacrificada. Se llevaron a la madre del niño con un pretexto y apresaron a la niña, a la que ataron y masacraron con su ola. Esta persona sugirió que sacrificaran a un niño y ahí fue cuando el miembro de la secta Conzo Pelle secuestró a su joven sobrina después de que su madre fuera atraída. Cuando la madre regresó y descubrió que la suma sacerdotisa había llamado a su hija, aparentemente se sintió honrada.
En ese sentido, se organizó una ceremonia y la niña fue llevada al altar, donde fue estrangulada por su tío Conzo. Después de que le cortaron la cabeza, le vertieron la sangre en un recipiente y la repartieron para que todos pudieran beberla. Luego, dos niñas cortaron su cuerpo y lo cocinaron. Sin embargo, no se la comieron, pero sí se conservó su cuerpo cocido.
Pero ese no fue el final de los asesinatos. Las dos chicas que cocinaron el cuerpo aparentemente habían ofendido al dios, por lo que también fueron sacrificadas. Luego, unos días después, sacrificaron a dos niños más, por lo que el total de víctimas constatadas se elevó a cinco. El inspector dijo que cuando registró la casa de Liberis, encontró los restos de un niño de 12 años encurtidos en un barril.