Edgar Martínez, el joven mexicano que protagonizó el icónico video de “La caída de Edgar”, reflexiona sobre su vida tras convertirse en una estrella involuntaria de Internet. Desde su viralización en 2005, su historia ha pasado por momentos de fama, polémica y crecimiento personal.
En 2005, cuando Internet todavía era un territorio en exploración, un video amateur se convirtió en un fenómeno global: “La caída de Edgar”. En apenas segundos, el clip mostraba a un niño mexicano tambaleándose sobre un tronco antes de caer al agua tras ser empujado por un amigo, mientras gritaba desesperado la frase que se transformaría en un ícono: “¡Ya, wey! ¡Pinche pendejo, wey!”.
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El video, subido a una entonces joven plataforma llamada YouTube, no tardó en viralizarse, acumulando millones de vistas y convirtiéndose en uno de los primeros fenómenos masivos de la cultura digital. Luego de 18 años y con más de 84 millones de reproducciones, Edgar Martínez, el niño de aquel famoso momento, tiene 30 años y un relato lleno de aprendizajes sobre cómo la fama puede cambiar la vida de alguien de forma inesperada.
El detrás de cámaras de una caída que marcó historia
En un video reciente publicado en su canal de YouTube, titulado “La verdadera historia de Edgar”, el protagonista reveló detalles inéditos de aquella grabación. Según cuenta, el clip fue filmado en la finca de su abuelo en México. Sin mucho que hacer en el rancho, Edgar y su amigo decidieron grabar una “película de piratas”, usando ramas como espadas y un tronco sobre el río como su escenario de aventura.
Lo que comenzó como un juego inocente terminó en un empujón inesperado y una caída accidentada. Edgar recuerda haber caído en un río lleno de excremento de vaca y algas, una experiencia que lo hizo llorar de asco. Sin embargo, lo que parecía un simple incidente infantil pronto tomaría proporciones insospechadas.
Aunque Edgar y su amigo habían acordado mantener el video en secreto, este último decidió subirlo a Internet, sin imaginar el impacto que tendría. “Dos meses después, mis compañeros del colegio comenzaron a enviarme el enlace por Messenger. Cuando lo abrí, ya tenía más de cinco millones de vistas”, relató.
La fama: un arma de doble filo
El repentino éxito del video trajo consigo momentos positivos y negativos para Edgar. Por un lado, se convirtió en una figura popular entre sus compañeros de escuela y recibió invitaciones a fiestas, incluso llegando a conquistar chicas gracias a su notoriedad. Por otro lado, también tuvo que enfrentar burlas constantes, con personas gritándole su famosa frase en la calle y recordándole un momento que para él había sido humillante.
“La mayoría de las personas que se acercaban a mí no lo hacían porque realmente querían ser mis amigos, sino porque yo era ‘el chico del video’”, confesó en una entrevista reciente.
Su madre tampoco fue indiferente a la viralización. Al ver el video, lo regañó severamente por el lenguaje inapropiado que utilizó, justo durante el Día de las Madres, algo que Edgar aún recuerda como una anécdota irónica de aquella etapa.
Una carrera que comenzó con una caída
Lejos de quedarse en el papel del “niño del video”, Edgar supo aprovechar su fama para construir un camino profesional. Inspirado por su experiencia, decidió estudiar Comunicación Social, donde desarrolló habilidades en producción audiovisual y campañas mediáticas.
Uno de los hitos más curiosos de su vida ocurrió mientras realizaba un proyecto universitario que simulaba una candidatura presidencial. La publicación de su imagen como “candidato” en redes sociales generó tal impacto que, en menos de tres horas, acumuló más de 30 mil likes. Aunque se trataba de una tarea académica, muchos medios lo interpretaron como un verdadero interés en la política.
En 2015, Edgar fue invitado a los MTV Millennial Awards, consolidándose como una figura influyente en el ámbito digital. Actualmente, cuenta con más de 298.000 seguidores en redes sociales y utiliza su plataforma para compartir reflexiones y motivar a otros a superar obstáculos.
Edgar hoy: más allá del video viral
En la actualidad, Edgar lleva una vida relativamente tranquila, aunque no se aleja del todo de la fama que le otorgó el video. A través de su canal de YouTube e Instagram, comparte contenidos relacionados con su experiencia, aconsejando a sus seguidores que vean los desafíos como oportunidades de crecimiento.
“Lo que me pasó me enseñó que no siempre podemos controlar las cosas que nos hacen famosos o infames, pero sí podemos decidir cómo las aprovechamos para crecer”, dijo en uno de sus videos.
Para Edgar, el éxito que trajo su caída no fue solo un accidente, sino también una puerta a nuevas oportunidades. Hoy, a 18 años de aquel momento, su historia no solo es un recordatorio de los inicios de YouTube, sino también un ejemplo de resiliencia y adaptación en la era digital.
El legado de “La caída de Edgar”
El impacto cultural de “La caída de Edgar” sigue vigente. Más allá de ser uno de los primeros videos virales de Internet, se convirtió en un símbolo de cómo las plataformas digitales transformaron la forma en que consumimos y compartimos contenido.
Edgar Martínez, quien alguna vez fue un niño inseguro y avergonzado por un video que escapó de su control, se ha reinventado como un adulto que celebra sus raíces en la cultura pop. Su historia demuestra que incluso los momentos más inesperados pueden convertirse en oportunidades para dejar una huella duradera en el mundo.