Otra vez violencia en Brasil por la Copa Libertadores: La Policía reprimió a los hinchas de San Lorenzo

En una nueva noche de violencia en el fútbol sudamericano, la policía brasileña reprimió a los hinchas de San Lorenzo durante el partido ante Atlético Mineiro por la Copa Libertadores. El enfrentamiento dejó un herido de bala de goma y el juego fue detenido por más de cinco minutos debido a los gases lacrimógenos que afectaron incluso a los jugadores en el campo.

La violencia en las canchas de fútbol volvió a ser protagonista en un partido de la Copa Libertadores. Esta vez, el escenario fue el estadio Mineirão de Belo Horizonte, donde San Lorenzo se enfrentaba a Atlético Mineiro. Lo que debía ser una noche de fútbol internacional terminó convirtiéndose en un episodio de caos y represión, con la policía brasileña atacando a la hinchada visitante en una escena que se ha repetido lamentablemente en los últimos tiempos.

Casi mil hinchas del Ciclón habían viajado para alentar a su equipo, pero lo que encontraron fue un ambiente hostil que culminó en una violenta intervención de las fuerzas de seguridad locales. La situación se desbordó en el tramo final del partido, cuando, según testigos, la policía intentó desalojar a los simpatizantes argentinos de sus lugares en la platea utilizando la fuerza bruta. Los agentes dispararon balas de goma y lanzaron gases lacrimógenos a corta distancia, provocando el pánico entre los presentes.

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Cómo continuó el partido de San Lorenzo ante el bochornoso comportamiento de la policía local

La escena se tornó rápidamente caótica. Los gases tóxicos comenzaron a expandirse, alcanzando no solo a los hinchas argentinos, sino también a los aficionados brasileños que estaban en las cercanías, muchos de ellos con familias y niños pequeños. Pero el efecto de los gases no se limitó a las tribunas; la nube tóxica llegó al campo de juego, afectando a los propios jugadores de ambos equipos. Varios futbolistas, sin distinción entre locales y visitantes, fueron vistos vomitando sobre el césped, mientras intentaban recuperarse de la irritación y los problemas respiratorios causados por los gases.

Ante la situación, el árbitro del encuentro, Felipe González, no tuvo más opción que detener el partido cuando el reloj marcaba 35 minutos del segundo tiempo. Durante más de cinco minutos, el encuentro estuvo en pausa mientras los jugadores intentaban recobrar el aliento y el estadio se convertía en un escenario de confusión y miedo. A pesar de la gravedad de lo ocurrido, los equipos no se retiraron a los vestuarios y permanecieron en el campo, esperando la reanudación.

Finalmente, a los 41 minutos, el partido se reanudó, aunque para ese momento el foco estaba lejos del deporte. Los últimos minutos del encuentro fueron casi testimoniales, con un tiempo adicionado exiguo que no reflejó la magnitud de los incidentes. San Lorenzo se despidió de la competición en una noche marcada por la violencia y la represión, sumando otro capítulo oscuro a la historia reciente de los equipos argentinos en Brasil.

 

Tras el pitazo final, comenzaron a conocerse detalles más preocupantes sobre lo sucedido en las gradas. Informes posteriores confirmaron que al menos un hincha argentino fue detenido, mientras que otro resultó herido por una bala de goma disparada por la policía. El saldo fue devastador, con la parcialidad de San Lorenzo dispersada y su sector en el estadio prácticamente vacío durante los últimos minutos del partido.

Este nuevo episodio de violencia en el fútbol sudamericano no es un caso aislado. En los últimos años, han sido frecuentes las denuncias de hinchas visitantes que sufren agresiones y represión por parte de las fuerzas de seguridad en Brasil. La falta de un accionar contundente por parte de las autoridades y de la propia CONMEBOL para erradicar estos actos de violencia solo ha contribuido a que estos incidentes se repitan una y otra vez.

Las imágenes de jugadores y aficionados afectados por los gases recorrieron rápidamente las redes sociales y los medios de comunicación, generando indignación y reclamos de justicia. Sin embargo, la impunidad parece ser la constante en este tipo de situaciones, dejando a los hinchas visitantes en una posición de vulnerabilidad cada vez que cruzan la frontera para alentar a sus equipos.

La Copa Libertadores, que debería ser una celebración del fútbol y la pasión sudamericana, se ha visto empañada nuevamente por la violencia, dejando a los verdaderos protagonistas, los jugadores y los hinchas, en un segundo plano. Mientras no se tomen medidas firmes para erradicar estos actos, la historia de violencia en las canchas de fútbol continuará escribiéndose con episodios tan tristes como el vivido en Belo Horizonte.

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