El modelo de lenguaje de Inteligencia artificial de OpenAi cumplirá un año el próximo 30 de noviembre
Dentro de unos días, en concreto el siguiente jueves 30 de noviembre, la criatura informática bautizada como ChatGPT estará celebrando el primer año desde su creación, cerrando lo que fue un 2023 lleno de polémicas y conflictos en OpenAI.
En el momento en que la empresa de OpenAI decidió lanzar para toda la comunidad el nuevo modelo de lenguaje de inteligencia artificial GPT-4, aquel 30 de noviembre de 2022, el mundo de las ciencias de la información cambio por completo. Desde entonces, en las sociedades donde se introdujo esta nueva herramienta informática, han comenzado a mutar en un proceso que abre innumerables posibilidades de cambios en los sectores del trabajo, el ocio, la cultura, la ciencia y la política, y se posiciona como uno de los pilares de la cuarta revolución industrial a la que asiste la Humanidad que le permitirá generar un boom de productividad y bienestar económico donde se aplique.
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En tanto, aunque la inteligencia artificial es una de las vigas en las que se sostiene el andamiaje de una nueva etapa superior del capitalismo, no resulta ser la única , ya que fue reforzada por la igitalización de los servicios, de las manufacturas industriales a través de la robotización y de la Internet de las Cosas, que están provocando, de manera sigilosa, un cambio en el statu quo en todo el mundo sin distinción de regímenes políticos, credos o niveles de vida de las sociedades.
En ese contexto, el debate pasa, a un año de la creación del ChatGPT, por dilucidar si la creación de mentes tan brillantes como las de Altman pero, también, las de Mira Murati, directora de tecnología de OpenAI; del científico jefe de la start up, Ilya Suskever; la de Greg Brockman, presidente de la compañía; o la de Geoffrey Hinton, padrino de la inteligencia artificial que junto a su equipo desarrolló el corazón de los chatbots como el que revolucionó la sociedad hace un año, no está dando vida a un nuevo monstruo similar al creado por el Dr. Frankenstein en la novela de Mary Shelley.
Asi es que las alarmas estallaron durante las ultimas semanas luego de la insolita decisión del despido y el posterior regreso a la empresa OpenAI de su fundador, Sam Altman. La razón de una decisión laboral que trascendió el ámbito de las empresas tecnológicas e impactó en todo el mundo se debió a que “varios investigadores escribieron una carta a la junta directiva advirtiendo sobre un poderoso descubrimiento de inteligencia artificial que, según dijeron, podría amenazar a la humanidad”, según testimonios recabados por Reuters.
Se habla en voz baja de un proyecto denominado Q star (Q*) que daría un impulso extra a la inteligencia artificial general que tendría implicancias decisivas en el ámbito laboral porque operaría como sistemas autónomos que superan, por lejos, a los humanos en la mayoría de las tareas económicamente importantes. La nueva tecnología funciona como la búsqueda frenética de oro y la mayoría de los emprendedores informáticos avanzan y comercializan sus desarrollos sin comprender las consecuencias y el impacto social que puedan tener.
Microsoft no soportó tanta mesura de la junta directiva de OpenAI, y, Satya Nadella, su director ejecutivo, ofreció sus centros de investigación para el equipo de Altman si era definitivamente desplazado. La presión surtió efecto y Sam Altman regresó recargado tras cinco días de estar cesanteado. Y, lo hizo, con nuevos integrantes de la junta directiva, entre ellos, Larry Summers, ex secretario del Tesoro de Estados Unidos y Bret Taylor, ex director de Salesforce Inc.Ahora bien, la polémica por el peligro del desarrollo de la inteligencia artificial continúa.
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Precisamente, el pionero de la IA, Geoffrey Hinton, reconoció que renunció a su puesto ejecutivo en Google, donde trabajó durante más de una década y se convirtió en una de las voces más respetadas en este campo, a fin de poder hablar libremente sobre los riesgos de la IA. Para que quede en blanco sobre negro, la profundidad de la polémica por los riesgos de la IA, Hinton está arrepentido de la creación de su vida. En recientes declaraciones al New York Times afirmó: “Me consuelo con la excusa habitual: si yo no lo hubiera hecho, habría sido alguien más”.