Dos análisis médicos confirmaron que era uno de los 265 pacientes en la Argentina con viruela del mono registrados en la Argentina. No sabe cómo ni dónde se contagió.
Diego tiene 33 años y vive en la Ciudad de Buenos Aires con su marido. El 5 de septiembre se descubrió una herida en la cola y un ganglio inflamado que lo preocuparon. Un día después empezó su calvario: le salió un sarpullido alrededor de esa lesión y levantó mucha fiebre.
Al principio no sabía si dar entrevistas, pero después reflexionó: “No veo en los medios personas que cuenten su experiencia porque hay un poco de estigma, piensan que los van a tildar de algo. La realidad es que todos estamos sujetos al contagio y cuanto más información haya del tema, mejor”.
Detalló que el sarpullido picaba mucho y, con el pasar de las horas, esa picazón se transformó en un terrible dolor. “Muy difícil de manejar. El dolor se volvió insoportable, nada me calmaba. Al principio tomaba un ibuprofeno y estaba bien; después tuve que pasar a un paracetamol y a las horas eso ya no era suficiente. Fue horrible”, describió.
Diego vive con su marido, que no está contagiado. ¿Cómo hizo para evitar contagios? Al igual que muchos durante la pandemia, se mudó a otro cuarto.