El norte de Santa Fe atraviesa la misma sequía histórica que gran parte de la Argentina. Las lluvias que llevaron el último fin de semana algo de alivio, y algo de esperanza a algunos sectores, pasaron de largo por los alrededores de Reconquista. Las lagunas desaparecieron, y los arroyos se transformaron en hilos de agua de los que poco y nada se consigue.
El norte de Santa Fe atraviesa la misma sequía histórica que gran parte de la Argentina. Las lluvias que llevaron el último fin de semana algo de alivio, y algo de esperanza a algunos sectores, pasaron de largo por los alrededores de Reconquista. Las lagunas desaparecieron, y los arroyos se transformaron en hilos de agua de los que poco y nada se consigue.
Se trata de una zona eminentemente ganadera. La lucha es mantener a los animales vivos. Muchos no lo logran. Algunos tienen que caminar más de kilómetros entre el lugar en el que están las pasturas y el sitio en el que pueden tomar agua. Muchos mueren en el camino.
Los productores tienen sólo dos opciones: o mal vender el ganado para que no se muera en el campo, o entrar en la ruleta interminable de ir a buscar agua en camiones y tractores, y mantener ese circuito eternamente a la espera de que algo cambie y las lluvias lleguen. Nadie sabe cuándo sucederá.