El pasado sábado 20 de abril, Wos se presentó en el estadio de Avellaneda
En esta apacible noche de sábado de abril quien convocaba era Wos, en su quinta excursión en una cancha (la primera había sido Argentinos Juniors en el 2022, también tocó en el Uno de La Plata y en los estadios de Morón y Quilmes) para estrenar las canciones del flamante Descartable, su tercer álbum de estudio.
Del lado de adentro del estadio Presidente Perón, sede del Racing Club, una melodía misteriosa, incidental, se expandía por la ciudad y generaba una sensación de infinito haciendo juego tanto con lo que proponía el cielo como también con la escenografía gris chapa.
Por encima de la estructura, una pantalla rectangular con grano cinematográfico igualaba la visual tanto a los que colmaron el campo como a los que se sentaron en las plateas altas y del fondo.
En esta nueva era, además, amplió su paleta sonora con toques indie pop e incluso vestigios nümetaleros a cargo de la banda (los “animalitos” Tomás Sainz en batería, Mariano Tiki Cantero en la percusión, Natasha Iurcovich con el bajo, Ivanna Chipi Rud en guitarra, Francisco Azorai en teclados y Facundo Yalve –Evlay para los amigos, en guitarra), que en el comienzo estaba oculta por una pared de luces, mientras Wos era perseguido por una steady-cam al estilo Rosalía: el rostro y los movimientos de Valentín Oliva -tal es su nombre real- se imprimían de manera icónica en la pantalla de alta definición y el efecto “cine” se amplificó especialmente cuando a los temas “Lleno de zafiros” y “Morfeo” les agregaron los subtítulos de sus respectivas líricas.
Luego entró un trío de vientos para darle cuerpo a un segmento funky que comenzó con “Puaj”, siguió con la clásica “Fresco” y terminó de explotar con “Niño Gordo Flaco”, con Ca7riel haciéndose carne para entonar los versos y mandarse un solo de guitarra explosivo pisando la pasarela que conectaba con el pogo para activar unos fuegos artificiales que colorearon el horizonte pero no detonaron.
A esa intensidad le siguió la molotovesca “Que se mejoren”, la cual Wos introdujo como “un mantra para quien consideren que lo merezca”. El track funcionó como caja de resonancia ante los múltiples cánticos contra el gobierno actual, que se escucharon en distintos sectores del Cilindro de Avellaneda durante muchos momentos de la noche.
La distorsión se apagó por un rato y ni bien Evlay tiró en la guitarra electroacústica el primer acorde de “Arrancármelo”, un suspiro coral rebotó por todo el estadio y erizó la piel.
Las linternas de los teléfonos resaltaron los versos desgarrados y redondearon un gran momento de intimidad en un marco de multitud. “Gracias por la calidez, loco”, devolvió Wos.
Luego de su habitual freestyle de beatboxing en duelo con la batería y la percusión, el rapero soltó unas rimas improvisadas sobre una base musical que armó la banda y que pareció una canción escapada de Último bondi a Finisterre, el álbum que Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota presentaron en este mismo estadio en diciembre de 1998.
Esa fue la contraseña que habilitó el momento ricotero de la noche, amplificado en “Luz Delito” y, un rato después, en “Quemarás”, la canción que grabó con Carlos El Indio Solari para su nuevo álbum.
Los versos del Indio sonaron desde una pista, pero en el medio de la canción apareció la figura del histórico cantante en tres dimensiones: primero, apenas su mirada blindada con sus clásicos anteojos negros; luego su rostro completo, en un gesto adusto; y, por último, de espaldas, mirando hacia algún lugar que aún desconocemos.
Desde una de las plateas colgaba un trapo que juntaba las caras del rapero y el rockero con la frase “cómo no sentirme así” (”Todo un palo”).