Se dio un nuevo enfrentamiento entre los líderes de Pink Floyd, David Gilmour y Roger Waters, y sus posturas parecen cada vez más distantes. ¿Qué pasa realmente entre ellos?
Una de las bandas que no puede quedar fuera de cualquier documentación histórica de la música por su impacto y ventas alrededor del mundo es Pink Floyd.
Emblema del rock progresivo, la búsqueda y la experimentación, el conjunto británico unió a dos de las creadores más importantes de los años 70, Roger Waters y David Gilmour.
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En el apogeo de la su carrera como banda, con millones de ventas y el éxito internacional a sus pies, empezaban a asomar los primeros rounds entre Waters y el resto de los miembros.
Para él, sus compañeros eran flojos y mediocres; ellos lo veían como un tirano. Para este álbum, Waters, por primera vez en su carrera, contrató a un productor externo, Boz Ezrin. Este ya había trabajado con otros artistas como Alice Cooper y Kiss.
Según cuentan las memorias del periodista Mark Blake en el libro Comfortably numb: the inside story of Pink Floyd, Waters se dirigía con desprecio al productor. “Al inicio, hubo un momento en que Roger me estaba mamoneando, y me giré y le dije: ‘¡Léeme los labios, hij* de put*, no puedes hablarme así!”, recuerda Ezrin en el libro.
Para cada show, Waters llegaba en su auto separado del resto y había que evitar cualquier tipo de contacto. El arquitecto que diseñó el escenario de la gira, Mark Fisher, dijo a RS que los músicos habían llegado al punto de que ya no se podían ver. Ni siquiera se saludaban.
En 1985 se oficializó la salida del bajista y comenzó una nueva era de Pink Floyd con David Gilmour, Nick Mason y la recontratación de Richard Wright.
En 1986 Waters exigió que la banda se disolviera y dejaran de usar el nombre de Pink Floyd. Finalmente, el tema fue resuelto y los temas de The wall quedaron para Waters y el nombre de la banda para los otros.
“Hay muchas ideas falsas sobre el inicio de grandes hostilidades entre Roger y yo”, dijo Gilmour a Classic Rock en 1999. “Teníamos una relación laboral altamente productiva que funcionó bastante bien en The wall. Hubo algunas discusiones importantes, pero eran desacuerdos artísticos”.
Luego de la resolución, las aguas parecían más calmadas e incluso se reencontraron en un evento benéfico en 2005. Por última vez los cuatro miembros de Pink Floyd compartieron un escenario y tocaron 24 minutos en el Live 8 de Londres televisado para el mundo entero.
“El momento era más grande que esos malos sentimientos”, dijo Gilmour tiempo después. En 2010 Waters y Gilmour tocaron en un concierto por Palestina y en 2011 el guitarrista hizo una aparición en Londres durante la gira de Waters.
En 2014, Gilmour organizó un homenaje a Wright que no contó con la participación de Waters. Más tarde el guitarrista confesaba a Rolling Stone:
“Es un misterio para mí por qué alguien puede pretender que haga algo con él. Roger estaba cansado de estar en un grupo de éxito.Está muy acostumbrado a ser el único líder en toda su carrera. Yo tenía 30 y tantos años cuando Roger dejó el grupo. Tengo 68 ahora. He estado más de media vida sin él, así que la verdad es que no tenemos mucho ya en común”.
Nick Mason que siempre estuvo a un costado de los conflictos entre las voces principales de la banda dijo a la revista:
“En mi opinión, creo que el problema es que Roger no respeta a David. Él siente que componer lo es todo, y que tocar la guitarra y cantar es algo que, no diré que nadie puede hacer, pero que todo debe juzgarse por la composición y no por la ejecución. Creo que a Roger le molesta el error que cometió al dejar la banda pensando que sin él se hundiría”.
David Gilmour mantiene su larga enemistad con su ex compañero de banda de Pink Floyd, Roger Waters, al compartir un documental que detalla casos de presunto antisemitismo por parte de este último.
Recientemente, Gilmour retuiteó una publicación sobre un documental titulado The Dark Side Of Roger Waters, publicado originalmente por la Campaña Contra el Antisemitismo que produjo el proyecto.
Y continúa siendo chocante la actitud de Waters ante la guerra de Ucrania. Cuando se produjo la invasión, en febrero, Waters llamó “gánster” a Putin, aunque ahora ha girado 180 grados y asume todos los argumentos rusos.
Considera que la acción del Kremlin es la respuesta legítima a las crecientes provocaciones de la OTAN y que, más allá de consideraciones geopolíticas, está moralmente justificada por la represión de la población rusoparlante y la abundancia de nazis en Kiev.