Gilda, la artista que conquistó corazones con su voz y su valentía, hoy cumpliría 63 años. Su legado, vigente en la música y la devoción de sus fanáticos, sigue vivo más de dos décadas después de su trágica muerte.
Miriam Alejandra Bianchi, conocida artísticamente como Gilda, nació el 11 de octubre de 1961 en Buenos Aires. Aunque su destino parecía inclinarse hacia una vida dedicada a la enseñanza, trabajando como maestra jardinera, la música la atrajo desde pequeña. Su historia, la de una mujer que rompió barreras en la movida tropical, la transformó en un símbolo de perseverancia y devoción, tanto en el escenario como fuera de él.
Efemérides: ¿qué pasó un día como hoy, 11 de octubre?
Los inicios de Gilda en la música tropical
A pesar de estar casada y ser madre de dos hijos, Mariel y Fabrizio, Gilda nunca abandonó su sueño de cantar. En un giro del destino, respondió a un aviso en el diario que buscaba un “cantante para banda en formación”. Allí conoció a Juan Carlos “Toti” Giménez, quien además de ser su mentor en sus primeros pasos musicales, se convertiría en su pareja tras la separación de su esposo, que no aceptaba su carrera artística.
Sin embargo, Gilda no lo tuvo fácil. En un ambiente predominantemente masculino, las oportunidades para las mujeres eran limitadas. Aun así, logró conquistar las pistas de baile, llenando boliches y bailantas en Argentina y países vecinos. Su talento y carisma se consolidaron en una serie de discos que marcaron la escena tropical: De corazón a corazón (1992), La única (1993), Pasito a pasito… con Gilda (1994) y Corazón valiente (1995), álbumes que alcanzaron discos de oro y doble platino.
La tragedia y el legado
El 7 de septiembre de 1996, Gilda y parte de su equipo viajaban para dar un show cuando la tragedia golpeó. Un accidente en la Ruta Nacional 12, a la altura de Entre Ríos, puso fin a su vida con tan solo 35 años. Fallecieron también su hija, su madre y tres músicos. La noticia conmocionó al país, y a partir de ese día, Gilda pasó de ser una estrella popular a un mito cultural.
Veintisiete años después, su música sigue viva. Pero más allá de los éxitos que aún resuenan en las radios y playlists, Gilda es recordada por un fenómeno que trasciende lo musical. Muchos de sus seguidores creen que la cantante tiene poderes milagrosos, y que sus canciones y su espíritu tienen la capacidad de sanar.
Uno de los relatos más conocidos ocurrió cuando una niña lloraba desconsoladamente en uno de sus conciertos en Jujuy. Al acercarse a ella, Gilda descubrió que la madre de la pequeña estaba internada con un pronóstico de muerte, pero había sobrevivido escuchando su música. A partir de allí, las historias de devoción y milagros se multiplicaron.
“Gilda”:
Porque se cumplen 25 años desde su fallecimiento pic.twitter.com/8ODvlXGFUj— ¿Por qué es tendencia? (@porquetendencia) September 7, 2021
Gilda: Un culto que no se apaga
El santuario que sus fans construyeron en el lugar del accidente, en el kilómetro 129 de la Ruta 12, es testimonio del impacto que Gilda dejó en quienes la siguen. Allí se encuentran fotos, cartas, flores y rosarios, tributos que reflejan la gratitud de quienes sienten que su vida fue tocada por la cantante.
La devoción hacia Gilda se fortaleció aún más cuando, tras su muerte, se descubrió una grabación inédita. En el casete, la canción “Esta no es mi despedida” parecía anunciar su partida de manera premonitoria. La letra, que dice “Quisiera no decir adiós, pero debo marcharme”, se convirtió en un himno para quienes se resisten a despedirla.
El mito y la pantalla
El legado de Gilda también se proyecta en la cultura audiovisual. Documentales como Soy del pueblo: Gilda y Devociones, especial Gilda, disponibles en YouTube, exploran la vida y el fenómeno que rodea a la artista. Además, en 2016, Natalia Oreiro protagonizó la biopic Gilda, no me arrepiento de este amor, una película que reconstruye su vida, desde sus comienzos humildes hasta su ascenso a la fama.
Gilda, a sus 63 años, seguiría siendo una figura clave de la música tropical. Aunque ya no está físicamente, su presencia sigue resonando en cada rincón de Argentina, en cada boliche donde suena su voz y en cada corazón que, a través de su música, encuentra consuelo y esperanza.