Sor André falleció en la madrugada del día 17 de enero en la residencia de ancianos Santa Catalina Labouré de Toulon, a sus 118 años de edad. La religiosa cumplió la promesa de “reunirse con su hermano”, tal como dijo el director del hogar donde se encontraba al anunciar su deceso.
La bautizada como Lucile Randon había elegido el nombre de pila ‘André’, propio de su hermano, para darse a conocer en la comunidad religiosa, provocando a su familiar ya que este no confiaba en su vocación.
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La mujer nació en Ales, zona del sur de Francia, el día 11 de febrero de 1904. Al cumplir 19 años comenzó a dedicar su vida al catolicismo, logrando ingresar a las Hijas de la Claridad de Paris a los solo 40 años de edad. Desde ese entonces la Hermana André decidió pasar casi tres décadas de su vida atendiendo ancianos y huérfanos en el hospital de Vichy.
Recién a los 105 años, en 2009, la anciana decidió trasladarse a Toulon, la residencia donde pasó 13 años de su vida y terminó falleciendo alrededor de las 2 de la madrugada del pasado martes mientras dormía.
“Amaba a Dios y confiaba en él”, expresó en su cuenta de Twitter el Secretario General de la Conferencia Episcopal Francesa.
“Amar siempre sin restricciones, amar sin esperar nada a cambio, porque cuando se ama a los demás, cuando se va hacia los demás, no se tiene miedo a lo desconocido”, citó David Tavella, responsable de comunicación de la residencia de ancianos de Toulon, explicando que esa frase sostuvo los constantes consejos de la religiosa sobre el amor al prójimo.
En su cumpleaños número 115, la hermana hasta recibió un rosario del Papa Francisco, a quien calificó como un hombre “muy valiente”.
Durante sus últimos años de vida, Sor André había sufrido una severa ceguera y se trasladaba en silla de ruedas. En numerosas ocasiones se la hermana expresaba abiertamente su deseon de “morir pronto”. “Dios no me escucha, debe estar sordo”, bromeó en una ocasión.
Sor André falleció en la madrugada del día 17 de enero en la residencia de ancianos Santa Catalina Labouré de Toulon, a sus 118 años de edad. La religiosa cumplió la promesa de “reunirse con su hermano”, tal como dijo el director del hogar donde se encontraba al anunciar su deceso.
La bautizada como Lucile Randon había elegido el nombre de pila ‘André’, propio de su hermano, para darse a conocer en la comunidad religiosa, provocando a su familiar ya que este no confiaba en su vocación.
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La mujer nació en Ales, zona del sur de Francia, el día 11 de febrero de 1904. Al cumplir 19 años comenzó a dedicar su vida al catolicismo, logrando ingresar a las Hijas de la Claridad de Paris a los solo 40 años de edad. Desde ese entonces la Hermana André decidió pasar casi tres décadas de su vida atendiendo ancianos y huérfanos en el hospital de Vichy.
Recién a los 105 años, en 2009, la anciana decidió trasladarse a Toulon, la residencia donde pasó 13 años de su vida y terminó falleciendo alrededor de las 2 de la madrugada del pasado martes mientras dormía.
“Amaba a Dios y confiaba en él”, expresó en su cuenta de Twitter el Secretario General de la Conferencia Episcopal Francesa.
“Amar siempre sin restricciones, amar sin esperar nada a cambio, porque cuando se ama a los demás, cuando se va hacia los demás, no se tiene miedo a lo desconocido”, citó David Tavella, responsable de comunicación de la residencia de ancianos de Toulon, explicando que esa frase sostuvo los constantes consejos de la religiosa sobre el amor al prójimo.
En su cumpleaños número 115, la hermana hasta recibió un rosario del Papa Francisco, a quien calificó como un hombre “muy valiente”.
Durante sus últimos años de vida, Sor André había sufrido una severa ceguera y se trasladaba en silla de ruedas. En numerosas ocasiones se la hermana expresaba abiertamente su deseon de “morir pronto”. “Dios no me escucha, debe estar sordo”, bromeó en una ocasión.
