La celebración religiosa de esta figura se replica en toda América Latina, en homenaje al milagro que realizó en su época y que fue un gran paso para la inserción del cristianismo en nuestro continente.
El 12 de diciembre es la fiesta litúrgica de la Virgen de Guadalupe, una celebración cristiana enfocada en esta figura considerada la patrona de América Latina, cuyo origen se remonta a los días posteriores de la conquista española en lo que hoy es la ciudad de México.
En aquella zona vivía un joven indio llamado Juan Diego, que una mañana se dirigía a la ciudad para acudir a la Santa Misa y sus clases de catecismo. La tradición cuenta que cuando pasó por el cerro Tepeyac se le apareció la figura de la madre de Jesús, que le dijo: “Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo”, según recuerda la agencia cristiana ACI.
Juan Diego corrió a la parroquia y lo recibió Monseñor Juan de Zumárraga, que fue el primer obispo de la diócesis de México. El obispo le pidió que solicitara a la aparición una prueba que certificara su origen divino. Con este requerimiento volvió Juan Diego al cerro Tepeyac, donde la Virgen lo recibió nuevamente y escuchó el pedido del joven. Entonces lo conminó a regresar al día siguiente por la prueba que Monseñor le solicitaba.
Pero cuando llegó el momento, el tío de Juan Diego se enfermó y lo mantuvo en casa. Cuando salió a buscarle un médico, se cruzó en el camino con la Virgen, a la que le explicó lo sucedido. La aparición le aseguró que su familiar sería curado y le pidió que subiera a la cima del cerro para buscar el signo que convencería al obispo de construir su templo.
De nuevo en la cima del Tepeyac, Juan Diego encontró ramos frescos de Rosas de Castilla que guardó en su tilma, vestimenta típica de la zona. Al volver ante el monseñor, dejó caer las flores y, en la prenda estaba impresa la imagen de la Virgen, lo que convenció al religioso de la veracidad del pedido. Entonces, construyó una ermita en el sitio donde apareció la virgen.
En la actualidad, dicho sitio es la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, donde en 1976 se construyó una nueva iglesia para alivianar la carga sobre el antiguo templo, de infraestructura frágil y que había quedado chico ante la gran cantidad de fieles adeptos a la Virgen. Dentro de este edificio todavía se conserva la tilma de Juan Diego y el lugar es uno de los sitios religiosos más visitados del mundo.