Manifestaciones a favor y en contra del Gobierno de Irán se desencadenaron tras la muerte de una mujer que había sido detenida por la Policía.
Es poco probable que la revuelta antigubernamental represente una amenaza inmediata para los gobernantes clericales cuyas fuerzas de seguridad de élite aplastaron una protesta tras otra en los últimos años. Sin embargo, las protestas, las más grandes desde 2019, son otra grieta en la estructura de la República Islámica, que enfrentó disturbios por las dificultades económicas, la inflación y las libertades.
Enfurecidas por la muerte la semana pasada de Mahsa Amini, de 22 años, quien fue arrestada por la policía moral por llevar “vestimenta inadecuada”, las mujeres desafiaron el código islámico que marca hábitos de ropa, ondearon y quemaron sus velos. Algunos se cortaron el cabello públicamente mientras que las multitudes furiosas pedían la caída del líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei.
Este viernes se llevaron a cabo manifestaciones organizadas por el Estado en varias ciudades iraníes para contrarrestar los disturbios antigubernamentales provocados por los disconformes. Pidieron la ejecución de los manifestantes opositores, tras la advertencia más fuerte de las autoridades hasta el momento cuando el Ejército les dijo a los iraníes que se enfrentaría a “los enemigos” detrás de los disturbios, una medida que podría señalar el tipo de represión que aplastó las protestas en el pasado.