Tras los 150 años de la fundación de la ciudad, la investigadora Elisa Pastoriza describe la evolución y la transformación del perfil sociológico. Elite, sindicatos y ciudad no solo balnearia.
A través de los años, con la llegada de los trabajadores y la hotelería sindical, la ciudad de Mar del Plata ya no era exclusiva para la elite y sus más de 25 kilómetros de balneario eran una oferta interesante para las nuevas clases sociales de la época.
Fue un gran cambio de Mar del Plata, según explica la historiadora Elisa Pastoriza, consultada cuando la ciudad acaba de cumplir 150 años.
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“En la década del 60, se da, digamos una aspiración en la ciudad que era lograr una Mar del Plata para todos, esto que significaba que todos los sectores sociales pudieran estar representados en la ciudad, las clases altas, las clases medias y los trabajadores que comenzaban a disfrutar del balneario”, narra.
“Esta confluencia social se va a comenzar a quebrar ya a inicios de los años 70 cuando las clases altas comiencen a mirar otros lugares como Pinamar, como fundamentalmente Punta del Este, y los jóvenes de las clases medias también busquen otros lugares de veraneo como el más representativo va a ser Villa Gesell”, explica Elisa.
Mar del Plata fue fundada el 10 de febrero de 1874 por Patricio Peralta Ramos, cuyo nombre lleva la avenida costanera que recorre todos los balnearios en la actualidad. Desde aquel entonces, la ciudad ubicada a 400 kilómetros de la otrora Capital Federal, atravesó un particular periodo de constante desarrollo.
Comenzó comouna villa de elite y cerrada para un solo sector social, exclusiva, ostentosa, que rápidamente fue abriéndose, bastante tempranamente en comparación con otras ciudades.
La extensión del Ferrocarril Sur, el incipiente desarrollo turístico, la inmigración española e italiana hacia el puerto y el crecimiento de la industria sentaron las bases para una urbe “abierta” que a priori habría nacido con otros planes, analiza la historiadora.
Los inicios
“Los inicios de Mar del Plata, conocidos como la Villa Balnearia, se dieron por el impulso de la clase alta porteña con modelos principalmente europeos, de balnearios europeos como Trouville en Francia y también algunos balnearios ingleses.
Allí, se destacó por una sociabilidad selecta, ostentosa, expresados en el Bristol Hotel que se construyó en 1888 y que se inició con esa primera temporada tras la extensión del Ferrocarril del Sur, que llegaba hasta Maipú y se abrió la estación Mar de Plata, dos años antes.
A partir de esto comenzaron a construirse las primeras estructuras balnearias”, cuenta la investigadora e historiadora social y profesora emérita de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Mientras la elite se asentaba en las cercanías de la playa con la construcción de la rambla de material en la Bristol, de manera silenciosa Mar del Plata también crecía hacia la zona del puerto con la actividad pesquera encabezada, en un principio, por inmigrantes extranjeros.
El incipiente crecimiento de la industria textil y el accionar previo de Pedro Luro -que también tiene su avenida en la actualidad- que en 1877 regenteó un importante saladero impulsando la agricultura, fomentaron el desarrollo en la región.
En simultáneo, se instaló un molino harinero y se construyeron muelles que dieron lugar al progreso en cuanto a lo que hoy se conoce como industria del conocimiento.
La proyección
Sin embargo, el nacimiento y consolidación del turismo fue fundamental para que comenzara su transformación social hacia el perfil sociológico que hoy presenta, aun siendo una ciudad considerablemente joven.
“La segunda etapa en la trayectoria de Mar del Plata como ciudad balnearia, empieza a darse con mayor profundidad en los años 1930″, detalla Pastoriza.
“En esa época, se consolidan ciertos cambios a partir de la confluencia de iniciativas de los gobiernos municipales ahora de carácter conservador y muchísimas iniciativas de la sociedad civil a través de sus múltiples instituciones. Además, planteaban que Mar del Plata no caminaba sola, con lo cual pensaban que había que trabajar y presionar a los gobiernos municipales, a los gobiernos provinciales para el engrandecimiento de la ciudad. El balneario debía cambiar, debía convertir el veraneo en turismo.”
Bajo la gestión del entonces gobernador Manuel Fresco, se desplegó un vasto plan de obras: entre ellas la pavimentación de la Ruta 2 y la construcción del balneario Playa Grande para recibir a las familias de la alta sociedad que se mudaban de la playa Bristol ante la llegada de los nuevos contingentes.
“La iniciativa más monumental fue borrar del mapa la afrancesada Rambla Bristol para levantar el edificio del casino y del Hotel Provincial, uno inaugurado el primero en 1938 y el provincial ya en los años 1950. Con estas obras se rediseña la ribera de Mar del Plata adquiriendo un perfil digamos más actual, cambia la postal y aparece una nueva ciudad, una nueva postal urbana”, destaca la historiadora.
La trayectoria que va desde la configuración de la Villa Balnearia a fines del siglo XIX como un ámbito veraniego de la elite porteña, fundamentalmente de la capital de Buenos Aires, a un centro de turismo de masas en las décadas de 1950 y 1960 con la difusión de los edificios de altura, los hoteles sindicales y la presencia permanente del teatro.
“Muestra cómo la evolución del balneario acompaña las transformaciones sociales del país”, resalta la investigadora marplatense.
“Por eso, en un libro que escribimos con Juan Carlos Torre, publicado en el 2019 por EDHASA, planteamos que en Mar de Plata se materializó lo que nosotros llamamos un sueño de los argentinos, es decir, un fenómeno inusual en el mundo”, añadió.