Del 18 al 24 de junio se recordó la semana mundial de las alergias y la WAO impuso el lema: "El cambio climático empeora las enfermedades alérgicas y hay que estar listos".
Las enfermedades alérgicas fueron en aumento durante los últimos años en los países industrializados. Las personas que se ven afectadas por los síntomas de dichas afecciones son más susceptibles a estos efectos y, con gran frecuencia, deben ir adaptando sus visitas a médicos profesionales y los aspectos que atraviesan su vida diaria.
Por este motivo, los profesionales de la salud se ven en la obligación de adaptarse y encontrar nuevos enfoques para poder controlar dichas alérgicas, teniendo en cuenta los preocupantes cambios ambientales.
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Del 18 al 24 de junio se conmemora la semana mundial de las alergias y este año el lema propuesto por la Organización Mundial de la Alergia (WAO) es: “El cambio climático empeora las enfermedades alérgicas y hay que estar listos”.
Las alergias constituyen en alteraciones físicas que se producen en el organismo luego de que este reaccione a una sustancia extraña. Dichos cambios están asociadas al funcionamiento del sistema inmunológico, el encargado de producir anticuerpos, y son los que se proponen identificar cuando estos cuerpos o sustancias extrañas generan síntomas provenientes de elementos externos como, por ejemplo, el polvo, el humo, el polen, pelos de las mascotas o inclusive algunos alimentos.
En general, una persona sufre de alergia presenta algunas sintomatológicas, tales como inflamación en las vías respiratorias, digestivas y cambios importantes en la piel. Las alergias requieren de tratamiento médico para evitar mayores complicaciones, sobre todo en las primeras etapas, ya que pueden suponer un gran peligro para las personas en cualquier edad.
¿Cuáles son los factores ambientales implicados?
En el caso de las alergias, los factores ambientales implicados son los relacionados con la exposición a nuevos alérgenos y contaminantes, tanto de interior (humo del tabaco) como de exterior (polución ambiental). Las partículas eliminadas en la combustión de los motores y por la calefacción crean un ambiente hostil. Las plantas, para defenderse, producen proteínas de estrés que hacen más agresivos a los pólenes, ocasionado una mayor capacidad para producir alergia.
Además, los altos niveles de contaminación urbana impulsan el fenómeno de inversión térmica que impide a los pólenes abandonar la atmósfera sobre las ciudades y, así, aumentan el tiempo de su exposición. Esto explicaría por qué en las zonas rurales hay un menor número de alérgicos a pesar de que haya mayor cantidad de plantas que en las ciudades.
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El aumento de las temperaturas, el calentamiento de los océanos, el aumento del nivel del mar y el derretimiento acelerado de los glaciares son algunos de los efectos medibles del cambio climático, junto con sequías intensas, aumento de la contaminación del aire, escasez de agua, temporadas de polen más tempranas e intensas, incendios graves, inundaciones, catástrofes tormentas y disminución de la biodiversidad. Entre las recomendaciones, las medidas individuales que pueden tomarse son: horas adecuadas para pasear, ventilación de la vivienda y uso de mascarillas, entre otras.
En cuanto a las generales, la reducción de los contaminantes atmosféricos mejoraría la salud de millones de personas en el mundo y la adecuada protección en la calidad del aire que respiramos es uno de los desafíos más importantes a los que se enfrenta la humanidad.