La distancia entre Colonia y Punta Lara es de 42 kilómetros: la historia del kinesiólogo que quebró el récord de un atleta olímpico
El patagónico Matías Díaz Hernández, de 29 años, logró un nuevo récord, convirtiéndose en el nadador más veloz de la historia, en realizar el emblemático cruce del Río de la Plata al hacerlo por debajo de las 9 horas.
Así, bajó en 15 minutos el récord anterior que estaba en manos de un atleta olímpico, Damián Blaum. La hazaña es un hito en la historia del río que une Argentina y Uruguay y ha sido escenario de numerosas proezas deportivas en los últimos 100 años.
La travesía de Díaz Hernández comenzó en Colonia del Sacramento, Uruguay, a las 6.35 de la mañana del 16 de marzo y culminó en Punta Lara, Ensenada, 8 horas, 51 minutos y 46 segundos después.
Atrás quedaba un arduo esfuerzo en el que fue asistido por tres embarcaciones que acompañaron su carrera y estaban atentos a los contratiempos que pudieran darse a partir de las variables corrientes.
“Nunca había hecho una carrera para batir un récord nadando solo, lo cual fue muy diferente para mí comparado con una carrera donde uno compite con otra gente y te motiva”, detalló Díaz Hernández en una entrevista.
Hacía meses se entrenaba con la vista puesta en el cruce, una travesía que no está exenta de dificultades no sólo por las corrientes sino también por los cambios climáticos.
Tras las primeras tres horas de adaptarse en el agua, Díaz Hernández cuenta que se sintió descompuesto. Iban 3 horas y 20 minutos y fue uno de los momentos más difíciles de la carrera, aunque 20 minutos después ya se sintió recuperado.
“Cuando llevaba 3 horas y 40 minutos de la carrera estaba en la mitad del trayecto, los primeros 21 km, y ahí pregunté si había alguna posibilidad de bajar las 8 horas. Eso hubiera sido un récord increíble”, detalla, y aclara “son carreras muy largas en las que no te podés distraer”.
Una travesía de largo aliento tiene muchas variables, y el aspecto mental es uno de ellos. “Uno pasa por muchas sensaciones en estas carreras tan largas, hay altos y bajos todo el tiempo, te podés sentir nadando muy bien, por ahí te bajan las energías… es una montaña rusa todo”, detalla Matías, quien empezó nadando en una pileta cubierta en Río Gallegos a los 4 años.