¿Qué es el SIBO y cómo afecta a la salud?

Hace meses en redes sociales no para de nombrarse la patología del SIBO. Esta trata de un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado que afecta a numerosas personas en el mundo e incluso hay varias que no saben que la padecen.

El SIBO es un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado que aparece cuando una exagerada cantidad de bacterias invaden el órgano, un lugar donde nuestro organismo no suele contener demasiada cantidad. Por lo general, estos microorganismos suelen abundar en el colon.

En este sentido, The American Journal of Gastroenterology publicó en 2020 un informe sobre el tratamiento del SIBO y señaló que aunque se ha puesto en debate su definición, el concepto inicial es que el intestino delgado normal cuenta con niveles más bajos de colonización microbiana en comparación al colon y el equilibrio normal puede alterarse en el SIBO.  

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El intestino delgado es la parte más larga del tubo digestivo, incluso mide 6 metros y es el lugar donde los alimentos se funden con los jugos digestivos y el torrente sanguíneo se pone a absorber los nutrientes. Diferenciándose del intestino grueso, el intestino delgado cuenta con pocas bacterias debido al rápido flujo de su contenido y la constante presencia de bilis. En el SIBO, los alimentos estancados en el intestino delgado se convierten en un cultivo ideal para las bacterias.

Dichas bacterias producen toxinas e interfieren en la absorción de nutrientes. En tanto, los productos alimenticios que continúan en proceso de descomposición y siguen en la digestión bacteriana suelen terminar provocando diarrea.

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Esta patología suele emerger como una complicación posterior a una cirugía abdominal o una complicación del organismo que ralentiza el paso de los alimentos por el proceso de digestión.

Los síntomas más habituales de la misma suelen ser pérdida del apetito, dolor abdominal, náuseas, hinchazón, sensación incómoda de saciedad después de comer, diarrea o pérdida de peso involuntaria. No obstante, la distensión, las náuseas y la diarrea aparecen como signos y síntomas de muchos otros problemas intestinales, por lo que resulta de gran importancia acudir a un especialista frente a su aparición.

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Frente al SIBO se presentan dos formas posibles de tratamiento. Por un lado, nace la opción de lo farmacológico, es decir, a través de antibióticos recetados por un médico. Por otro, aparece la opción de una dieta baja en FODMAP, la cual consiste en evitar algunos hidratos de carbono tales como la fructosa o la lactosa. Del mismo modo, propone evitar el gluten y algunos edulcorantes artificiales.

En tal dieta suelen restringirse estos alimentos durante par de semanas, en concreto son entre dos y ocho, dependiendo de la gravedad que propone el organismo frente a la patología.

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