El ex delantero de la selección brasileña revela detalles íntimos sobre sus adicciones, la pérdida de su padre y su deseo de vivir en su barrio de origen. Adriano, "El Emperador", reflexiona sobre su vida en una emotiva carta publicada en The Players' Tribune.
El exfutbolista brasileño Adriano Leite Ribeiro, conocido como “El Emperador”, decidió abrir su corazón en una carta que conmueve al mundo del deporte. Publicada en el portal The Players’ Tribune, Adriano comparte sus luchas internas, el dolor por la pérdida de su padre y su conexión con Vila Cruzeiro, la favela de Río de Janeiro donde creció y a la que siempre vuelve. Con 42 años, el exgoleador relata cómo su vida estuvo marcada por la adicción al alcohol, la presión de ser una “promesa incumplida” y el peso de un estigma que lo ha acompañado a lo largo de su carrera.
Surgido en Flamengo y con un paso a Europa que lo llevó a vestir la camiseta del Inter de Milán a los 19 años, Adriano fue un jugador formidable que brilló en la selección de Brasil, donde anotó 27 goles en 48 partidos y se consagró campeón en la Copa América 2004 y la Copa Confederaciones 2005. Sin embargo, pese a sus éxitos, su carrera fue atravesada por el alcoholismo y conflictos de disciplina que truncaron su crecimiento en el fútbol.
“Estoy obsesionado con desperdiciar mi vida”
En la carta, titulada “Una carta a mi favela”, Adriano describe lo que siente al cargar con el estigma de ser considerado una “promesa incumplida” en el fútbol. “El mayor desperdicio del fútbol: yo“, confiesa sin rodeos. En su relato, cuenta que su adicción al alcohol comenzó a los 14 años en una fiesta en su barrio, cuando, impulsado por la curiosidad y el ambiente de celebración, tomó su primer vaso de cerveza. Desde entonces, la bebida se convertiría en una constante en su vida.
Adriano también rememora la figura de su padre, Almir Leite Ribeiro, apodado “Mirinho”, quien falleció en 2004, justo después de que Adriano se consagrara goleador de la Copa América. La muerte de su padre fue un golpe del que nunca pudo recuperarse. “La muerte de mi padre cambió mi vida para siempre“, admite Adriano, recordando que la pérdida de su figura paterna afectó profundamente su estabilidad emocional.
Su paso por Europa y la presión de la soledad
Cuando Adriano llegó al Inter de Milán, el choque cultural fue duro. La vida en Europa, especialmente en invierno, contrastaba fuertemente con el calor y la alegría de las reuniones familiares en Río de Janeiro. Adriano relata cómo pasaba cada Navidad hablando por teléfono con su familia, y cómo una de esas llamadas lo dejó devastado. “Llamé a casa. ‘Hola, mamá. Feliz Navidad’, dije. ‘Hijo mío, te extraño. Feliz Navidad. Todos están aquí, el único que falta eres tú’”, recuerda Adriano, quien después de colgar el teléfono se sumergió en el alcohol para calmar su tristeza.
A lo largo de su carrera, el brasileño tuvo que lidiar con la presión de mantener una imagen en Europa, de evitar el alcohol y ajustarse a las expectativas de entrenadores como Roberto Mancini o José Mourinho. Sin embargo, sus intentos de mantenerse sobrio siempre terminaban en recaídas. “Me mantuve bien durante unas semanas, evité el alcohol, me entrené como un caballo, pero siempre había una recaída“, admite.
La vuelta de Adriano a Vila Cruzeiro: un refugio para el alma
Adriano, quien actualmente reside en el lujoso barrio de Barra da Tijuca, confiesa que su corazón sigue en Vila Cruzeiro. Su apego por la favela no es solo una cuestión de nostalgia, sino también de identidad. “Aquí camino descalzo y sin camiseta, solo con pantalones cortos. Juego al dominó, me siento en la acera, recuerdo mis historias de infancia, escucho música, bailo con mis amigos y duermo en el suelo”, relata.
Para Adriano, la favela representa una libertad que no encuentra en ningún otro lugar. En un episodio que despertó el asombro de la prensa italiana, el exjugador decidió desaparecer en Vila Cruzeiro durante tres días, mientras los medios europeos especulaban que había sido secuestrado. “La prensa italiana se volvió loca“, recuerda, aclarando que su intención nunca fue esconderse de nadie, sino reconectar con sus raíces. “Cuando estoy aquí, nadie de fuera sabe lo que estoy haciendo. No era por la bebida, ni por las mujeres, mucho menos por las drogas. Era por la libertad. Quería vivir, quería volver a ser humano”, subraya.
La lucha continúa
Adriano admite que, aunque no consume drogas ni participa en actividades delictivas, el alcohol sigue presente en su vida. “Bebo cada dos días, sí. ¿Cómo llega una persona como yo al punto de beber casi todos los días? No me gusta dar explicaciones a los demás, pero aquí va una: bebo porque no es fácil ser una promesa que sigue en deuda”, concluye.
En su carta, Adriano desnuda sus heridas, mostrándose vulnerable y auténtico. No busca la compasión del público, sino simplemente expresar su verdad: un hombre que, pese a sus logros, lleva el peso de una vida marcada por el dolor, las pérdidas y una búsqueda constante de paz en su barrio de origen.
“Una carta a mi favela”, Adriano Ribeiro Leite abre su corazón en @PlayersTribune y cuenta por qué viaja todos los días de Barra Tijuca a Vila Cruzeiro en busca de paz, libertad y recordar su esencia.https://t.co/EJHt5mGb16
— Santiago Caruso (@Santiago_Caruso) November 12, 2024