Ana Rossi y el transporte, fue una de las primeras mujeres en manejar colectivos en Buenos Aires, rompiendo barreras en una época dominada por hombres. Su legado perdura no solo por su habilidad al volante, sino también por haber formado a futuras generaciones de conductores.
El transporte a finales de los años 60 y principios de los 70: los pasajeros de la Línea 110 de colectivos en Buenos Aires se sorprendían al encontrar a una mujer al volante: Ana Rossi. En una época en la que las mujeres al mando de un colectivo eran una rareza, Ana se destacó no solo por su valentía, sino también por su destreza, ganándose un lugar en la historia del transporte urbano porteño.
Ana Rossi, nacida en una familia tradicional, inicialmente se formó como mecánica dental, una carrera que ejerció por un tiempo. Sin embargo, su destino tomó un giro inesperado cuando decidió dejar su profesión para dedicarse a su verdadera pasión: manejar colectivos. Su esposo, Eliseo Portas, también colectivero de la Línea 110 e hijo de uno de los fundadores de la línea, fue quien la introdujo en el mundo del transporte público.
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Con un Mercedes Benz 321, conocido popularmente como “la chanchita”, Ana comenzó su carrera en la Línea 110. Además de manejar, como era costumbre en esa época, también se encargaba de cortar boletos y cobrar el pasaje. Su uniforme consistía en un guardapolvo marrón con mangas azules, representativo de aquellos tiempos.
Un legado en el transporte que perdura
En 1978, Ana fue reconocida como la mejor conductora de colectivos, un premio otorgado por Goodyear, destacando su profesionalismo y respeto entre sus colegas. Durante más de dos décadas al volante, Ana nunca tuvo un accidente, un récord admirable en una profesión tan desafiante.
Su habilidad y experiencia la llevaron a formar a muchos de los conductores que hoy siguen al frente de la Línea 110, incluido su actual presidente, Jorge Fernández.
La vida de Ana estuvo siempre ligada a los colectivos. Junto a su esposo, lograron adquirir varias unidades de las líneas 110 y 111, y su hijo Miguel siguió sus pasos, convirtiéndose en jefe del taller de la Línea 110.
El impacto de Ana no se limitó al ámbito del transporte. Su historia fue recogida por diversos programas periodísticos de la época, y ella, junto a otras pioneras como Elena Kolonavuk y Teresa Araya, fueron entrevistadas en canales como Telenoche y Teleonce. Incluso tuvieron la oportunidad de compartir mesa con Mirtha Legrand, un reconocimiento más a su valioso aporte a la sociedad.
A pesar de los avances logrados por Ana y sus contemporáneas, el camino para las mujeres en el transporte público aún enfrenta desafíos. En 2018, la justicia argentina condenó al Estado y a varias empresas de colectivos por discriminación contra mujeres que querían trabajar como choferes, un recordatorio de que la lucha por la igualdad en este sector continúa.
Ana, sin embargo, no se limitó a los colectivos. En un momento de su vida, decidió cambiar de vehículo y se lanzó a recorrer las rutas argentinas en un camión, viajando por todo el país. Su pasión por los paisajes y las estaciones de tren la llevó a retomar su amor por la pintura, retratando escenas ferroviarias que recordaban su niñez en Santa Fe.
Aunque su vida tomó diferentes rumbos, Ana nunca se alejó del mundo del colectivo. Participó activamente en exposiciones de colectivos antiguos, donde se le rindieron varios homenajes en vida, destacando su invaluable contribución a la historia del transporte en Argentina.
Ana Rossi falleció el 10 de julio a los 76 años, dejando un legado imborrable. Su historia es un testimonio de coraje, dedicación y amor por una profesión que la definió y que, gracias a ella, abrió puertas para futuras generaciones de mujeres conductoras.
