El 16 de abril de 1964 salió el álbum The Rolling Stones, que empezó a construir la imagen de la banda de rock más grande del planeta
El 16 de abril de 1964 salía en Inglaterra el primer disco de los Rolling Stones. Contra todo pronóstico se convirtió en un éxito inmediato.
Más de 100.000 copias en la primera semana. Desbancó del primer puesto de los rankings británicos por primera vez en 50 semanas a los Beatles. Se mantuvo en la cima durante los siguientes tres meses.
Los Rolling Stones habían llegado para quedarse. Tan cierta es esa frase que hoy, sesenta años después, siguen vigentes.
Y ante tantos contendientes que los desafiaron en estas seis décadas lograron mantener el cetro, la corona de todos los pesos: la de la banda de rock más grande del planeta.
La dupla creativa de los Stones
Mick Jagger y Keith Richards, los viejos compañeros de la escuela primaria que habían dejado de verse se encontraron, tiempo después, en una estación de tren.
Se saludaron, comenzaron a conversar. Descubrieron intereses comunes.
Lo que los terminó de unir fue darse cuenta que tenían los mismos discos.
Entre ellos The Best of Muddy Waters y Rockin’ at the Hops de Chuck Berry, también los de Howlin’ Wolf y Bob Diddley.
La banda se fue formando de a poco, acomodando las piezas. Mick Jagger y Keith Richards se acercaron a Brian Jones que tenía su propio proyecto. Charlie Watts, el baterista de jazz algo más grande que ellos se sumó. Luego lo hizo un bajista discreto y eficaz, Bill Wyman.
Primeros recitales
El primer show lo habían hecho menos de dos años antes. El 12 de julio de 1962 en el London´s Marquee Jazz Club con una formación que además de Jones, Jagger y Richards tenía a Ian Stewart y a Dick Taylor.
Hay versiones encontradas sobre quién fue el baterista esa jornada inaugural. Keith en sus memorias dice que fue Mick Avory (luego integrante de los Kinks), mientras que otros afirman que se trató de Tony Chapman.
El grupo que solía tocar en el lugar debía grabar en la BBC y ellos hicieron una especie de suplencia. Esa noche tocaron 18 covers de blues y conformaron al público y al dueño del lugar que les dio una nueva oportunidad.
Apenas tomaron rodaje, sus actuaciones en clubes nocturnos se multiplicaron. El público los empezó a seguir atraídos por el encanto de su cantante y porque sonaban diferente a los demás.
Los críticos estaban sorprendidos por su sonido tan fiel al Rythm & Blues, algunos aún antes de que grabaran su primer single, afirmaban que eran mejores que muchas bandas afroamericanas.
Mick Jagger, hace unos años, reconoció que más allá de sus gustos, lo de tocar un repertorio mayormente blusero fue más que nada una cuestión de supervivencia:
“Lo cierto es que nos contrataban para tocar blues. Si nos hubiésemos volcado sólo al rock no hubiéramos tenido fechas. No querían escuchar eso. Pero nosotros en nuestros ensayos hacíamos canciones de Richie Valens y Buddy Holly entre otros”.
Toda la inexperiencia que portaba no se notó (o tal vez le sirvió para romper límites que ni siquiera sabía que existían) a la hora de negociar el contrato discográfico con Decca. Fue un contrato muy favorable para los Stones.
Se podría decir que fue el contrato más beneficioso que obtuvo un grupo inédito en varias décadas de la industria (una industria que siempre abusó de los contratos leoninos). Incomparablemente mejor que el de los Beatles con EMI, por ejemplo.
Algo más jugaba a favor de Oldham y los Rolling Stones: el pasado reciente. El dueño de Decca, Dick Rowe, había rechazado hacía muy poco a los Beatles. Uno de los tres grandes errores del Siglo XX. Rowe no podía arriesgarse a perderse a la banda que podía confrontar con ellos.