“No entiendo por qué nos odian tanto”, expresó en una carta el condenado por el asesinato de Fernando Báez Sosa, reconociendo a su vez que existe un “distanciamiento” entre los rugbiers.
Tras el fallo del Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de Dolores que sentenció a cada uno de los rugbiers acusado de haber asesinado a Fernando Báez Sosa aquella noche del 18 de enero de 2020 a la salida del boliche ‘Le Brique’ en Villa Gesell, Blas Cinalli, uno de los que recibió la pena de 15 años de prisión, habló desde la cárcel. En una carta enviada a los medios, el condenado negó la existencia de un plan de asesinato y señaló: “No entiendo por qué nos odian tanto”.
“No ideamos un plan para matar a Fernando. No hubo roles, eso nunca existió. Perdón ya pedimos, seguro no se solucionada nada con eso, pero al menos pedimos perdón por este hecho que pasó, nos escrachan por todos lados. Dejen vivir, no tenemos vida, viven hablando mal de nosotros. Cortenlá, pagar ya estamos pagando desde el primer día”, redactó el joven de 21 años que pasará hasta 15 años de su vida encerrado en la cárcel.
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A su vez, Cinalli reconoció que tanto él como Ayrton Viollaz y Lucas Pertossi, trio que recibió menor pena, están “distanciados” del resto y pidió, además, que los medios “dejen de hablar pestes” de su grupo de amigos.
“Hola. Quería decirte si nos harías el favor de dejar de hablar pestes de mí y de cada uno de mis amigos, ya que nadie ni ninguno de todos nosotros te faltamos el respeto a vos”, comenzó el delincuente su carta. “No entiendo por qué tienen tanto odio hacia nosotros. Dejen vivir, no tenemos vida, viven hablando mal de nosotros. Cortenlá, pagar ya estamos pagando desde el primer día”, pidió desde la Alcaidía de Melchor Romero.
Con respecto al homicidio de Fernando Báez Sosa el condenado se encargó de dirigir la responsabilidad a Máximo Thomsen y Luciano Pertossi. “No voy a echarle la culpa a Luciano, mi primero, pero él empezó forcejeando con un pibe dentro del boliche, y luego siguió afuera queriéndole pegar a un amigo de Fernando. Nosotros no queríamos pelear. Máximo y Luciano estaban casi iguales de alterados”, relató.
