Ante la finalización de la ronda de testimoniales y el inicio de los alegatos la próxima semana, Hugo Tomei se sostiene en la negación y el traslado de dudas para reducir la condena de los rugbiers acusados de asesinar a golpes a Fernando Báez Sosa.
Tras el fin de la última de las audiencias testimoniales y el quiebre en el pacto de silencio de los ocho rugbiers imputados, la estrategia en la defensa del juicio por el asesinato a golpes de Fernando Báez Sosa el 18 de enero de 2020 en la salida del boliche Le Brique en Villa Gesell fue muy clara: negar todo y trasladar las dudas, aprovechar los puntos ciegos.
El primer acusado que se animó a sentarse en el banquillo irrumpiendo a los peritos que se encargaron de realizar las pericias de análisis y reconocimiento facial fue Luciano Pertossi, quien en ese momento estaba siendo señalado como uno de los rugbiers que golpeó al joven estudiante de abogacía aquella trágica noche. El detenido pidió hacer una “aclaración”, la cual fue concedida, y negó haber estado en el lugar que se le asignaba.
Desde ese momento, cada uno de los testimonios de los acusados que le siguieron recorrieron la misma línea, tomar los huecos y rechazar cualquier acusación que podría hacerse en base a conjeturas aprovechando el ‘In dubio pro reo’, un principio jurídico que concluye en favorecer al imputado en caso de presentarse alguna duda en las acusaciones.
De esta manera el menor de los Pertossi abrió una seguidilla de declaraciones de la misma índole, cambiando el juicio y llevándolo a una nueva etapa. Máximo Thomsen fue quien decidió seguirlo, quebrándose al oír el testimonio de su propia madre.
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El rugbier más complicado en el caso no negó la brutal golpiza, pero aseguró que no había planeado asesinar a nadie, y que su reacción había sido causa de un ataque que había recibido por parte de los amigos de Fernando que se encontraban con el dentro del establecimiento bailable de Gesell.
Esta vez, mostrando lágrimas, el imputado narro paso a paso como fue su minuto a minuto aquel 18 de enero que terminó con el triste y salvaje asesinato del estudiante de abogacía de 18 años de edad. A su vez, Thomsen explicó que no recordaba bien lo que había pasado debido a que el patovica que lo llevó hacia la salida del establecimiento bailable lo había asfixiado.
En la misma línea, Blas Cinalli prestó su declaración y negó su participación en la golpiza letal. Este acusado es uno de los más señalados por los testigos y las pruebas de chats que se presentaron a lo largo de las audiencias.
Tras estas tres declaraciones, que fueron de las más esperadas durante el juicio, la estrategia de Tomei quedó al descubierto: desconocer pruebas, intenciones y apelar a la ebriedad de sus defendidos.
Por último, el abogado defensor se encargó de presentar dos peritos que desacreditaron los análisis de autopsia que se realizaron al cuerpo de Fernando Báez Sosa. “La información de la autopsia no es correcta y es incompleta. El doctor Duarte no explica por qué ocurrió el paro cardiaco”, manifestó Jose Fenoglio, quien intentó señalar a las personas que intentaron salvar a Fernando como las culpables de su muerte.